La verdadera historia detrás de la honrada cultura Mexica

miércoles, 11 de febrero de 2015

¡Oh, maravillosa escuela! Siempre aburriéndote y enseñando lo que el sistema quiere que aprendas ¿Alguna vez te has puesto a pensar en la manera tan positiva en la que tus maestros te pintan a México? No estoy diciendo que sea un país malo o algo parecido, pero vamos ¿Por qué será que Estados Unidos nos tiene catalogados de una manera y tiene su propia forma de pensar, mientras que es el mismo caso con nosotros? Todo esto sucede porque el gobierno desea que aprendas ciertas cosas¿O alguna vez te ha dicho la verdadera historia detrás de la honrada cultura Azteca o Mexica? ¿Conoces los verdaderos motivos por los cuales llegaron a donde llegaron? ¿El motivo por el cual fueron capaces de interpretar la señal del águila sobre un nopal? Te contaré la verdadera historia…

Lo que en realidad sucedió es que el pueblo Mexica deseaba aliarse con una civilización vecina con el propósito de engrandecerse. Sin embargo, para que pudieran lograr esto tenía que existir una unión entre pueblo y pueblo, fue de esta manera que los Mexicas comprometieron a su príncipe con la princesa del pueblo vecino. No obstante, hay que tener en cuenta un tema de gran importancia en aquel entonces, la religión. La religión difería mucho de una civilización de otra, mientras que unos tenían a su máxima deidad como la tierra en sí, otros podían tener al agua, solo por ejemplificar un poco más. Lo que hay que tener en cuenta es que el pueblo Azteca se caracterizaba por algo en específico, la sed de sangre que sus dioses poseían, es decir, ésta civilización realizaba sacrificios para prácticamente cada cosa, y las uniones nupciales nunca pasaban desapercibidas, mucho menos cuando se trataba del príncipe del pueblo.

Fue así como, ya te has de imaginar, el ritual que se llevó a cabo tenía sangre de por medio. Lo curioso de acá es que la sangre no era de un animal, sino que los sacrificios siempre eran humanos, y la manera para que ambos jóvenes se unieran de una manera espiritual era matando a la joven princesa, pero el acto no solo se limitaba a acabar con la vida de la predilecta del pueblo, sino que el príncipe debía bailar con la piel de la joven sobre su cuerpo. Ya has de imaginar la reacción del padre ¿No es así? Una vez que el futuro pueblo aliado entró al lugar, su impresión no fue nada agradable. Ante esto, los aztecas tuvieron que huir en espera de una señal que su propio sacerdote les otorgó, la señal que hoy en día se encuentra presente en nuestro escudo, donde sea que estuviera el águila devorando a una serpiente y sobre un nopal, ese iba a ser el lugar donde la futura civilización más esplendorosa de Mesoamérica se asentaría.
¿Sorprendido?

Mictlantecuhtli, el señor del inframundo

Durante el transcurso de los años el ser humano ha sido la raza encargada de catalogar lo que es bueno y lo que es malo. Dicho proceso ha tomado milenios y siglos, y fue gracias a esto que la muerte ha sido categorizada como algo malo, cuando en realidad no se trata de esto. La muerte no es mala y jamás lo ha sido.


Un ejemplo muy claro es el señor del inframundo de la cultura mexica llamado Mictlantecuhtli, quien a diferencia de otras culturas del mundo, él ejercía ciertas funciones que resultan paradójicas como son la de otorgar y fomentar la vida, descripción que vendría siendo como sinónimo en otras culturas. En realidad, la vida se le es atribuida a este dios. Algunos investigadores analizaron a la deidad en cuestión y llegaron a la conclusión de que se le hacía referencia a la penetración, el embarazo, el corte del cordón umbilical y la lactancia, y todos los aspectos están ampliamente relacionados a la vida.

Este dios era representado como el esqueleto de un humano con una calavera con muchos dientes. Al ser dibujado, se le representaba con cabello azabache y ojos estelares. Se le suele adornar su cabeza con unas rosetas de papel, uno sobre la frente y otro en la nunca, aparte de que sus animales asociados son el perro, el murciélago, la araña y el buhó. 

La leyenda del Popocatépetl y la Iztaccíhuatl

México es un país privilegiado en todos los aspectos, sin embargo el centro destaca en la belleza de su entorno con montañas y volcanes con toda una historia por contar. Uno de estos son los majestuosos volcanes que adornan la vista que uno obtiene de Puebla o la Ciudad de México: el Popocatépetl y la Iztaccihuatl.

Hace miles de años, cuando el Imperio Azteca se encontraba en su máximo esplendor era muy común el sometimiento a los pueblos vecinos, sin embargo, el cacique de los Tlaxcaltecas se hartó de esa situación y enfrentó al mayor imperio buscando la libertad de su pueblo. No obstante, éste líder tenía a una hermosa hija que fue catalogada como la más bella, y ella depositó su gran amor al joven Popocatépetl, uno de los jóvenes guerreros más apuestos del pueblo. Ambos pobladores se profesaban un gran amor, por lo que antes de partir a la guerra el joven pidió la mano de la princesa, fue así como ambos se comprometieron y el chico mantuvo la promesa de regresar victorioso de la batalla para tomar a su esposa.


Sin embargo, la belleza de esta joven era incomparable,  y como era de esperarse los celos de antiguos pretendientes no tardaron en manifestarse, y fue así como un rival de amores del Popocatépetl le dijo a la princesa que su amado había muerto durante el combate. La princesa no soportó el dolor que aquella noticia le ocasionó y sin saber que era mentira, la bella mujer murió de tristeza.

Tiempo después la victoriosa aparición del joven Popocatépetl se hizo presente. Llegó esperanzado por ver a su amado, pero se destrozó cuando recibió la noticia de que su amada había fallecido. El chico decidió hacer algo para que todo el pueblo recordara a su prometida, y fue así como mandó a construir una gran tumba ante el sol, amontonando diez cerros y así formar una enorme montaña. Tomó a la princesa en brazos y la llevó a la cima donde la recostó sobre la misma. Le dio un último beso y tomó una antorcha humeante y se arrodilló en frente de su amada, para así velar su sueño eterno. Desde aquel entonces permanecen juntos, uno frente a otro, convirtiéndose en dos enormes volcanes que seguirán así hasta el fin de los días. Cuenta la leyenda que cuando el guerrero se acuerda de su amada su corazón arde y no duda en profesar su amor hacia ella. En cuanto al cobarde que le mintió a la doncella, también se convirtió en volcán, conocido como el Pico de Orizaba que, desde muy lejos, vigila el sueño eterno de los amantes que ya nunca se podrán separar.

Tot, el escriba divino

Tot es el dios de la sabiduría, la escritura, la música, los conjuros, hechizos mágicos y símbolo de la luna en la mitología egipcia. Contador de las estrellas, el medidor y enumerador de la Tierra, señor de las leyes y de los textos sagrados, escriba de los dioses y poseedor del conocimiento del discurso divino, en el cual era insuperable. Su culto, originario del deta del Nilo, tenía su centro en Hermópolis, y era representado como un ibis o un papión, o como un hombre con cabeza de ave. Su nombre también se puede ver escrito como Thot, Toth o Thoth. Su equivalente griego es Hermes, dios olímpico mensajero.

El físico de este dios se caracteriza por tener una cabeza de ibis, una pluma y la tablilla de escriba celestial para anotar  los pensamientos, palabras y actos de los hombres y pesarlos en su balanza. También fue representado como babuino. Llevaba el Ank (jeroglífico egipcio que significa vida) en una de sus manos.

Se le considera como el dios de la sabiduría, por ende, tiene autoridad sobre todos los dioses. Fue inventor de la escritura, patrón de los escribas, de las artes y las ciencias. Como dios de la escritura, era el inventor de todas las palabras.

Era un dios lunar medidor del tiempo, y el que estableció el primer calendario, es por eso que el primer mes llevaba su nombre. El fue el creador de los cinco días quitándolos de la luminosidad de Jonsu, y estos nuevos días permitieron a Nut, la diosa del cielo, creador del universo y los astros, parir cinco hijos, los cuales fueron: Osiris, dios de la resurrección, Horus, dios celeste, Set, dios de la  fuerza bruza, Isis, diosa de la maternidad y Neftis, diosa de la oscuridad, pues Ra, dios del sol y del cielo, le impidió tenerlos en cualquier día del año.


Este dios desempeña el oficio de escribano sagrado, puesto que documenta los hechos en la sala de las Dos Verdades. Es el registrador y el juez. En el panteón egipcio asistía al pesaje de las “almas” en una balanza, el juicio de Osiris. 

Jonsu, el dios lunar de la mitología egipcia

Es el dios lunar en la mitología egipcia, asociado con la medicina era protector de los enfermos y el que ahuyentaba a los malos espíritus. También representa la fertilidad de la tierra, el poder germinador y los nacimientos. Está relacionado con el curso del tiempo.

La iconografía de esta deidad es la de un hombre barbado de posición de marcha, el cual se transforma en un niño momiforme, coronado por una luna creciente y disco lunar; con uraeus y coleta lateral, como distintivo de juventud, porta un cetro uas (dicho cetro tiene la forma de una vara recta coronada con la cabeza de un animal fabuloso, probablemente representa poder, fuerza y dominio), el cual está acompañado con anj (vida), dyed (estabilidad),  heqa (cayado, el bastón en sí, mayormente conocido por ser usado por los pastores) y nejej (mayal, instrumento tradicional agrícola utilizado para la trilla de cereales). De igual forma, porta el collar menat (signo de fuerza) sobre el pecho o en las manos.


Jonsu fue descrito como un dios agresivo y cruel que sacrifica a otras divinidades en beneficio del faraón, encargado de alimentar a los dioses, ayudar al faraón en la caza y ejercer de protector contra los genios malignos. Es un dios lunar que viaja nocturnamente por los cielos en su baca. En la tríada tebana aparece como hijo del dios Amón (inicialmente se le consideró una deidad del aire, pero más tarde se le asoció a Ra, dios de Helióplis, divinidad solar) y Mut, diosa madre. Era un dios adorado en Tebas, y se le denominó como “Aquel que atraviesa el cielo” o “El Deambulador”, haciendo referencia a las fases de la luja. Viaja por el cielo en la “Barca de millones de años”, su barcada. Otras de sus advocaciones son: “El que Aconseja”, ya que era escuchado por todos, incluso de las fronteras. Jonsu es considerado una forma de Thot, por lo que fue identificado por los cébanos con el dios-luna “Aah” (nombre de la luna pero también dios de la misma. Se le confunde con Thor y se le identifica con Jonsu, Osiris -dios de la  resurrección, símbolo de la fertilidad y regeneración del Nilo; dios de la vegetación y la agricultura- y Shu, antiguo dios del aire que nació de la saliva o masturbación de su padre, Atum, quien asimismo es dios de la tierra). Cuando estaba en su ¿forma? O… ¿Faceta? De “Jonsu Niño”, se le pedía consejo en caso de enfermedad, y adoptaba el nombre de “el que ahuyentaba a los malos espíritus”. Se supone que, al haber sido confundido o identificado con Aah, adoptó sus funciones, en pocas palabras, se fusiona al dios (también conocido como Ian), y es ahí donde adquiere su nuevo aspecto y sus funciones claramente lunares.  En fin, se le invoca para protegerse de los animales peligrosos, especialmente de las serpientes y de los espíritus malignos que provocaban toda clase de enfermedades, sobre todo aquellas relacionadas con la demencia. 

Sin, Nanna, Nannar, Suen o Zuen, el señor de la sabiduría

En la mitología mesopotámica, Sin es el dios masculino de la luna, hijo de Enlik, dios del viento y el cielo y Ninlil, diosa del aire. En su tiempo, Sin fue considerado el padre de los dioses, durante el periodo de c. 2600-2400 a. C., en el que Ur ejercía la supremacía sobre el valle de Éufrates. Sin era el dios supremo del panteón. La sabiduría personificada por el dios lunar es también una expresión de la existente ciencia de la astronomía o la práctica de la astrología, en la que la observación de las fases de la luna era un factor importante.

Se le representa como un anciano con cuernos y babar de lapislázuli montado en un toro alado. Su símbolo principal era el creciente lunar, pero también el toro, el cual provenía de su padre “Toro del Cielo”, y el trípode. Se le describe como el padre de la Inanna sumeria, diosa de la vida que posteriormente heredaría el cetro lunar. Con su esposa Ningal “la gran reina”, tuvo a Utu, dios del sol. Algunas fuentes también le consideran el padre de Ereshkigal, dios de la tierra sin retorno, del inframundo y la muerte.

En la mitología sumeria, rige el paso de los meses y es el dios que controla las mareas, los ciclos menstruales y, en general, los procesos cíclicos asociados a la luna o el mes lunar. 

Chandra o Sema, el señor de la noche

En el hinduismo, Chandra (que significa “brillo”) es el dios de la luna y un graha. Un graha es un 'influenciador cósmico' sobre los seres vivientes de la madre Bhumidevi (Tierra). Representa lo líquido, el frescor y la luna. Es la “provisión de inmortalidad”, ya es la personificación de una planta alucinógena. Se le considera como el “elixir de los dioses”. Se pensaba que la Luna era el almacén de dicho ellixir. Cuando los dioses toman soma, se dice que la luna va desapareciendo puesto que los dioses están tomando algunas de sus propiedades. Algunas personas mantienen la creencia de que la luna está habitada por liebres, es por esto que las liebres son vistas como encarnaciones de Soma. En el culto sacrifical védico, el soma jugaba un gran papel, pues el jugo funcionaba como bebida de la inmortalidad. Al jugo de la planta del soma se le atribuye cualidades provocadoras de embriaguez que debían inspirar tanto a los dioses como a los seres humanos.

La luna anima el crecimiento de las plantas con su luz lívida mientras dona su húmedo néctar, se hace más delgada con el tiempo para luego volver a engordar. Esto explica el “por qué” de las fases lunares. En la media luna, se ve un cuerno lleno de néctar. En la primera mitad del mes, los dioses bebe del néctar, y en la segunda mitad, se alimentan de ella los espíritus de los antepasados. La luna misma es alimentada por el dios del Sol Suria (alumbra, vivifica y alimenta) con el agua del océano (y curiosamente, el movimiento de las olas está relacionada con la luna).

El sol y la luna, juntos forman el sacrificio cósmico. El sol encarna el surgimiento de todas las cosas y la evolución, mientras que la luna responde del final de la evolución o de la disolución. Como guardianes de las regiones del mundo, Suria y Soma se situaron en el sudoeste y el noroeste.

A Chandra se le describe como alguien joven y bello; en las manos lleva dos flores de loto (otras versiones dicen que es una). Asimismo, el dios va montado en un carro que simboliza luna, y con este recorre el cielo cada noche, tirado por diez caballos blancos o por un antílope. Posee otros nombres como “Rajani Pati”, señor de la noche, “Kshuparaka”, el que ilumina la noche, Indu, literalmente traducido como gota. Se le asocia con el dios Dew, por lo que es considerado un dios de la fertilidad, aparte de que se le rezaba cuando una pareja quería tener un hijo.

Es importante destacar el hecho de que también es conocido como el dios “Soma”. Preside sobre el día de la semana soma var (lunes) y es el padre del plante Mercurio, viniendo a ser su madre Taraka (segunda esposa del dios hindú Brihaspati, quien es el maestro espiritual de los dioses. Dios de la sabiduría y la elocuencia. Líder de los planetas.) Está casado con Rójini, quien es la divinidad de las vacas y su esposa predilecta; Arnuradha (mansión lunar de la cual no se tiene información) y Bharani, quien viene siendo la segunda nakshatra (mansión lunar), su símbolo es el Yoni (vagina), representando el órgano sexual femenino. Las tres pertenecen a las 27 nakshatras (constelaciones), y son hijas del patriarca Daksh (uno de los antiguos dioses creadores).

Sin embargo, hay algo que se debe destacar de este dios, la dinastía a la que pertenece. La dinastía lunar es una de las tres casas principales de la casta chatría. Esta distancia es legendaria y desciende de Chandra, mientras que las otras dos casas afirmaban descender de Suriá (dios del sol) y Agní (dios del fuego).  


Uno de las cosas que lo hacen tan importante es que es el padre de Budha, quien nació de su romance con Tara (concede sabiduría, protección y sanación a aquellos que le rinden culto). 
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