La leyenda del Popocatépetl y la Iztaccíhuatl

miércoles, 11 de febrero de 2015

México es un país privilegiado en todos los aspectos, sin embargo el centro destaca en la belleza de su entorno con montañas y volcanes con toda una historia por contar. Uno de estos son los majestuosos volcanes que adornan la vista que uno obtiene de Puebla o la Ciudad de México: el Popocatépetl y la Iztaccihuatl.

Hace miles de años, cuando el Imperio Azteca se encontraba en su máximo esplendor era muy común el sometimiento a los pueblos vecinos, sin embargo, el cacique de los Tlaxcaltecas se hartó de esa situación y enfrentó al mayor imperio buscando la libertad de su pueblo. No obstante, éste líder tenía a una hermosa hija que fue catalogada como la más bella, y ella depositó su gran amor al joven Popocatépetl, uno de los jóvenes guerreros más apuestos del pueblo. Ambos pobladores se profesaban un gran amor, por lo que antes de partir a la guerra el joven pidió la mano de la princesa, fue así como ambos se comprometieron y el chico mantuvo la promesa de regresar victorioso de la batalla para tomar a su esposa.


Sin embargo, la belleza de esta joven era incomparable,  y como era de esperarse los celos de antiguos pretendientes no tardaron en manifestarse, y fue así como un rival de amores del Popocatépetl le dijo a la princesa que su amado había muerto durante el combate. La princesa no soportó el dolor que aquella noticia le ocasionó y sin saber que era mentira, la bella mujer murió de tristeza.

Tiempo después la victoriosa aparición del joven Popocatépetl se hizo presente. Llegó esperanzado por ver a su amado, pero se destrozó cuando recibió la noticia de que su amada había fallecido. El chico decidió hacer algo para que todo el pueblo recordara a su prometida, y fue así como mandó a construir una gran tumba ante el sol, amontonando diez cerros y así formar una enorme montaña. Tomó a la princesa en brazos y la llevó a la cima donde la recostó sobre la misma. Le dio un último beso y tomó una antorcha humeante y se arrodilló en frente de su amada, para así velar su sueño eterno. Desde aquel entonces permanecen juntos, uno frente a otro, convirtiéndose en dos enormes volcanes que seguirán así hasta el fin de los días. Cuenta la leyenda que cuando el guerrero se acuerda de su amada su corazón arde y no duda en profesar su amor hacia ella. En cuanto al cobarde que le mintió a la doncella, también se convirtió en volcán, conocido como el Pico de Orizaba que, desde muy lejos, vigila el sueño eterno de los amantes que ya nunca se podrán separar.

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